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Llucena

Llucena

Esta peregrinación no se celebra en la actualidad. Se conservan algunos acuerdos del "Consell de Llucena" que hacen referencia (1.651), sin disponer de más datos. Sin embargo, ha sido una importante vía de comunicación con la costa, ya que fue utilizada durante siglos para transportar la nieve de las neveras de Penyagolosa. Es conocido como el camí dels Nevaters

El trazado, de 20 kilómetros, transcurre por lugares con gran valor ecológico y etnológico como el riu Llucena. Algunos de los puntos de interés del itinerario son el molí de l’Assut, el mas de la Costa o el mas de Sabater. Llegados al Mas de Collado, hay que prestar atención a la espectacular vista que ofrece la cima de Penyagolosa.



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botanica

Botánica

Llucena se sitúa alrededor de huertas debido a la influencia del río y posteriormente cultivos de secano y, a pocos metros, aparece la interacción entre ecosistemas forestales y agrícolas. Se pueden observar ecosistemas forestales de pináceas preferentemente, y posteriormente van apareciendo quercíneas y juniperus. Las masías que se encuentran cercanas a los caminos suelen tener antiguos cultivos y restos de olmos (Ulmus minor) u otras especies de árboles. Alrededor de los ríos o riachuelos se puede encontrar una vegetación típica de ribera (Populus). La aparición de quercíneas y pináceas es un indicativo en el camino de la cercanía al Parque Natural de Penyagolosa. Cabe destacar que junto al ermitorio de Sant Joan prevalecen las pináceas. Llucena, desde el punto de vista bioclimático, está situado en el piso mesomediterráneo, que se caracteriza por especies como Pinus halepensis, Genista valentina, Lonicera implexa, Quercus coccifera, Smilax aspera, Thymus piperella, Ulex parviflorus, Viburnum tinus, Cytisus patens, Daphne gnidium, Erica multiflora, Fraxinus ornus y Clematis flammula. El itinerario transcurre hacia Sant Joan y la abrupta orografía hace que se vaya subiendo hacia el piso supramediterráneo, donde se encuentra el ermitorio de Sant Joan de Penyagolosa.


Geología

La población de Llucena es la única población de los itinerarios de “Camins de Penyagolosa” que se localiza sobre materiales del periodo triásico. Los materiales observados pertenecientes a este periodo son: arcillas, yesos, dolomías, calizas, calizas dolomíticas y margas abigarradas. Posteriormente, y prácticamente en la totalidad del trascurso del itinerario hasta Sant Joan, la litología corresponde al periodo cretácico. Al salir del Triásico se encuentra una zona de transición entre el Jurásico y el Cretácico donde se perciben calizas y dolomías. A continuación, se distinguen areniscas, arcillas y calizas y, por último, y antes de llegar a Sant Joan, aparecen las margas y margocalizas. Llegando a Sant Joan de Penyagolosa se perciben materiales del periodo cretácico tales como calizas, calizas ferruginosas, margocalizas y calizas arenosas, dolomías, areniscas, margas, arenas y arcillas.


Geologia

Fauna

Algunos tramos del camino se entrecruzan con el río Llucena, lo que permite que pueda ser observado el mirlo acuático, pero única y exclusivamente en aquellos tramos muy tranquilos, con gran calidad del agua y abundante presencia de invertebrados acuáticos. En el río también se pueden observar aves propiamente acuáticas como la focha común, y especies asociadas a su vegetación de ribera como el zarcero pálido, el mosquitero común o el cisticola buitrón.

Este camino discurre próximo a una zona de ribera con cortados fluviales y bosques maduros donde podremos observar la curruca mirlona, el colirrojo real o el papamoscas cerrojillos. Entre los mamíferos es importante la presencia del gato montés, la cabra montés, la gineta, el tejón, el jabalí y el corzo. De entre la fauna invertebrada sobresalen las mariposas isabelinas y apolo.


material

Patrimonio material

El itinerario de Llucena parte hacia el río, un lugar donde aprovechar la fuerza del agua en otro tiempo. Es por esta razón por la que se pueden observar molinos, como el molino del Assut, o masías cercanas donde aprovechaban el agua para cultivos de regadío. Tras una dura subida se encuentra el Mas de la Costa, una gran masía donde, rodeada de bancales, se cultivaba el secano. Tal era su importancia que se construyó junto a ella una escuela rural en tiempos de la Segunda República. El itinerario sigue hacia el Mas de Collado atravesando varias masías como la del Pelegrí, de Olària o de Sabater. Este itinerario se conoce como El camí dels nevaters, debido a que bajaban la nieve de las montañas para sus usos terapéuticos en La Plana. Por este motivo se construyeron los ventisqueros de Fraga, para conservar la nieve, al igual que la nevera de Penyagolosa. Atravesando el barranco de la Pegunta se llega al ermitorio de Sant Joan.


Patrimonio inmaterial

Puede afirmarse con seguridad que Llucena peregrinó a los santuarios de Sant Salvador de l’Alcalatén, cerca de L’Alcora, junto al castillo que da nombre a la comarca, y de Sant Joan de Penyagolosa el año 1651, al menos, por acuerdo del Consejo Municipal de 25 de febrero, como último intento después de haber hecho cuatro procesiones a las ermitas de su término y no haber obtenido la deseada lluvia. Estas cuatro ermitas son: Sant Miquel de les Torrocelles, situada en el camino de los peregrinos de Les Useres; Sant Antoni de la Pedrenyera, en la parte superior del pueblo, junto a la carretera que va a Teruel; Sant Vicent Ferrer, antes de entrar en la población en esta misma carretera, y de la Mare de Déu de Loreto, que estaba a la entrada también de la población.


Pavimentos

En la actualidad quedan tramos empedrados en prácticamente todos los itinerarios a Sant Joan de Penyagolosa. Aunque de distintas dimensiones, de diferentes tipos de piedra y en un estado de conservación variable, cabe destacar la importancia de la conservación de estos tramos.

Los itinerarios culturales valencianos son patrimonio material que debe conocerse, preservar y transmitir. Los caminos valencianos vernáculos no se pueden fechar con certeza, pero entre las variantes encontramos caminos reales, caminos de carro, caminos de herradura, senderos y un largo etcétera. El uso de los caminos perdió su vocación cuando, a mitad del siglo XX, el éxodo rural acabó prácticamente con el sistema de vida masovero arraigado secularmente en la zona de Penyagolosa. En otra época la voluntad era facilitar los accesos a cada lugar del territorio, por lo que era necesario asegurar la durabilidad de los caminos, por esta razón, en algunos casos, se procedió a su empedrado.

Los caminos se empedraban en lugares donde se corría el riesgo de que el firme se deslizase: terrenos muy húmedos y con presencia importante de barro, para reducir la erosión producida por los torrentes de agua, donde el tránsito de animales es intenso, como en los tramos más próximos a los pueblos, y para crear una pendiente constante en los tramos más empinados y facilitar de este modo la subida y bajada de los animales cargados.

El empedrado consiste en el pavimentado del firme de un camino con piedras trabadas unas con otras. Las piedras que conforman el empedrado no están unidas con ningún material ni argamasa, sino que mantienen su posición por el contacto entre ellas. Los espacios donde no hay contacto se rellenan con piedra más pequeña y tierra de la zona para acabar de trabar su movimiento.

Los tramos empedrados forman parte de un patrimonio muy vulnerable que sin mantenimiento corre el riesgo de desaparecer en un período corto de tiempo. Por tanto, hay que pedir la concienciación de todos los usuarios de los caminos en su preservación. Igualmente, se debe evitar llevar a cabo usos agresivos de las zonas pavimentadas.


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