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Atzeneta del Maestrat

Atzeneta del Maestrat

A principios del siglo XVIII, Atzeneta dejó de peregrinar a Sant Joan de Penyagolosa sustituyendo esta romería por la actual a la ermita del Castell. Sin embargo, el antiguo itinerario sigue siendo conocido y va hacia Penyagolosa pasando primero por Xodos.

Siguiendo los 21 kilómetros de sendas y caminos se pueden ver paisajes muy diferenciados. En los primeros kilómetros se repite un bello paisaje agrario, destacando los almendros y los olivos entre las múltiples cosechas. Más adelante se encuentra el paisaje de montaña característico castellonense, con árboles como robles, encinas o pinares separados por ramblas de caudal ocasional. Se observan muchas masías, entre las que destacan el mas de Propet, un antiguo molino de aceite, o el mas de Vidal.



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Botánica

Atzeneta del Maestrat se sitúa alrededor de cultivos de secano, principalmente almendros (Prunus dulcis) y olivos (Olea europea) y algunas huertas y campos de labranza donde se plantan cereales. A continuación, deja paso a la interacción entre ecosistemas forestales y agrícolas. Se pueden observar antiguos cultivos donde van apareciendo pimpollos de pináceas y posteriormente, junto a las pináceas, bosquetes de juníperos. Las masías que se encuentran cercanas a los caminos suelen tener antiguos cultivos y restos de olmos (Ulmus minor) u otras especies de árboles. Alrededor de los ríos o riachuelos se puede encontrar una vegetación típica de ribera (Populus). La aparición de quercíneas y pináceas es un indicativo en el camino de la cercanía al Parque Natural de Penyagolosa. Cabe destacar que junto al ermitorio de Sant Joan prevalecen las pináceas. Atzeneta del Maestrat, desde el punto de vista bioclimático, está situada en el piso termomediterráneo, que se caracteriza por especies como Pinus halepensis, Genista valentina, Lonicera implexa, Quercus coccifera, Smilax aspera, Thymus piperella, Ulex parviflorus, Viburnum tinus, Cytisus patens, Daphne gnidium, Erica multiflora, Fraxinus ornus y  Clematis flammula. El itinerario transcurre hacia Sant Joan y la abrupta orografía hace que se vaya subiendo hacia el piso mesomediterráneo y, posteriormente, al piso supramediterráneo, donde se encuentra el ermitorio de Sant Joan de Penyagolosa.


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Geología

Atzeneta del Maestrat se asienta sobre el periodo cuaternario, donde se pueden percibir las arcillas del Pla de Meanes. Posteriormente, el camino a Sant Joan de Penyagolosa lleva hacia un Cretácico representado por calizas y margas. A lo largo del camino la litología va variando en función de la orografía y la época cretácica y se pueden encontrar arenas y arcillas, así como calizas, margas y calizas ferruginosas. Sant Joan de Penyagolosa se asienta sobre materiales del periodo cretácico, coincidiendo también este periodo en la zona por la que discurre el itinerario del camino. Aunque los materiales observados pertenecen al mismo periodo, presentan mucha diversidad. En los diferentes recorridos realizados se han reconocido: calizas, calizas ferruginosas, margocalizas y calizas arenosas, dolomías, areniscas, margas, arenas y arcillas.


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Fauna

El inicio del camino se caracteriza por la presencia de cultivos de secano, bien sea herbáceos como cereales, bien de porte arbóreo, principalmente almendros y olivos. La presencia de cereales permite la observación del escribano triguero o de la codorniz común. Una vez superada la influencia del núcleo urbano el camino se caracteriza por una vegetación de garriga y matorral, lo que propicia la existencia de especies adaptadas a estos ambientes como las currucas, destacando la curruca rabilarga. También hay especies de mamíferos como las cabras monteses, zorros, tejones, liebres, erizos, etc. Entre los reptiles destacan algunas especies de serpientes y los fardachos.


Patrimonio material

El patrimonio material que caracteriza esta región mediterránea está basado en la necesidad. La arquitectura residencial está formada por masías. Son viviendas o grupos de viviendas de dos o tres alturas donde se residía y se guardaban los animales para cultivar y cargar. Estaban rodeados de pajares y de las eras, donde se procesaban los cultivos. Existen otro tipo de construcciones basadas en la necesidad: las construcciones hidráulicas. Podemos encontrar toda una red de arquitecturas relacionadas con la extracción de agua (pozos, norias, abrevaderos, balsas…), o que utilizaban la fuerza del agua para procesar alimentos, como los molinos hidráulicos. En cuanto al paisaje, se puede observar la humanización de los últimos siglos y la adaptación del paisaje al uso agrícola. La parcelación del terreno y la construcción de vías de comunicación, así como algunos refugios, están construidos a partir de la técnica de la piedra en seco. Una construcción menos común, pero aun así existente, son los cubos de vino. En estas construcciones se procesaban los cultivos de uvas y se almacenaban. También existen algunas fortificaciones, sobretodo masías torreadas. Y, por último, una larga tradición de arquitectura religiosa, basada, fundamentalmente en peirones y ermitas.

En los primeros kilómetros del camino destaca el Mas de Propet, una antigua almazara de aceite, ahora restaurada, que conserva la prensa de viga, única en el territorio de Penyagolosa. La acompaña una era pavimentada con cerámica también única en este entorno. Siguiendo el camino, se encuentran varias construcciones aisladas, tales como hornos de cal, o una noria de extracción de agua. Se encuentran masadas grandes que combinaron el cultivo de cereales con los olivares y los almendros. Ejemplos de esto podrían ser el Mangranar o  el Estepar. Más hacia Xodos se encuentran masías más características o comunes en el entorno de Penyagolosa: conjuntos de dos o tres viviendas mucho más humildes. Ejemplos de esto podrían ser el Mas del Tossal o el Mas de la Paleta.


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Patrimonio inmaterial

El tercer lunes después de Pascua de Resurrección, el pueblo de Atzeneta va en procesión de rogativa al Castell, un ermitorio fortificado que se halla a cuatro kilómetros de distancia del pueblo, aproximadamente. Se la conoce como la del Castell de l’estiu (castillo de verano), en contraposición a la que realizan el 20 de enero, o el domingo siguiente, conocida por su fecha como la del Castell de l’hivern (castillo de invierno). Su origen se remonta a la que antiguamente realizaban al santuario de Sant Joan de Penyagolosa, al menos hasta principios del siglo xviii. Dice Jesús Miralles que apenas queda memoria oral de ella, “solo difusas referencias que incluso se confunden con un imaginario pasado in illo tempore, de los peregrinos de Les Useres por Atzeneta”. Y lo extraño, según el mismo, es que no quede en la parroquia ningún documento que haga constar este pasado. Simplemente se dice en algún racional que el lunes de la octava de San Vicente ‘avui es va a Sant Joan’ (hoy se va a San Juan), sin concretar nunca que es de Penyagolosa, siendo que desde 1710 dicen claramente a Sant Joan del Castell (San Juan del Castillo).


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Pavimentos

En la actualidad quedan tramos empedrados en prácticamente todos los itinerarios a Sant Joan de Penyagolosa. Aunque de distintas dimensiones, de diferentes tipos de piedra y en un estado de conservación variable, cabe destacar la importancia de la conservación de estos tramos.

Los itinerarios culturales valencianos son patrimonio material que debe conocerse, preservar y transmitir. Los caminos valencianos vernáculos no se pueden fechar con certeza, pero entre las variantes encontramos caminos reales, caminos de carro, caminos de herradura, senderos y un largo etcétera. El uso de los caminos perdió su vocación cuando, a mitad del siglo XX, el éxodo rural acabó prácticamente con el sistema de vida masovero arraigado secularmente en la zona de Penyagolosa. En otra época la voluntad era facilitar los accesos a cada lugar del territorio, por lo que era necesario asegurar la durabilidad de los caminos, por esta razón, en algunos casos, se procedió a su empedrado.

Los caminos se empedraban en lugares donde se corría el riesgo de que el firme se deslizase: terrenos muy húmedos y con presencia importante de barro, para reducir la erosión producida por los torrentes de agua, donde el tránsito de animales es intenso, como en los tramos más próximos a los pueblos, y para crear una pendiente constante en los tramos más empinados y facilitar de este modo la subida y bajada de los animales cargados.

El empedrado consiste en el pavimentado del firme de un camino con piedras trabadas unas con otras. Las piedras que conforman el empedrado no están unidas con ningún material ni argamasa, sino que mantienen su posición por el contacto entre ellas. Los espacios donde no hay contacto se rellenan con piedra más pequeña y tierra de la zona para acabar de trabar su movimiento.

Los tramos empedrados forman parte de un patrimonio muy vulnerable que sin mantenimiento corre el riesgo de desaparecer en un período corto de tiempo. Por tanto, hay que pedir la concienciación de todos los usuarios de los caminos en su preservación. Igualmente, se debe evitar llevar a cabo usos agresivos de las zonas pavimentadas.


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